martes, 28 de abril de 2009

Falso profeta...

Es muy triste verte cada día más lejos... Mi familia... Han dejado de quererme, ya nada me queda, mis pequeños diamantes desaparecieron, mis joyas han sido robadas, y mi casa ya no es mía, es de otro, ha sido embargada...
De mis pertenencias nunca tuve nada, así que nada tengo, y me vuelvo a marchar con las manos rotas y vacías, pues es imposible cuidar algo que jamás ha sido tuyo. No podemos tener algo que no es nuestro. No puedo quererte más de lo que te quiero, no hay más amor que este.

Mis padres, que tanto en mi confiaban, se han lavado las manos como herodes... Quién decía ser hermana mía y ayudarme me ha besado cuál Judas en la mejilla que jamás me podía esperar, y además se ha vendido por muy poco... Mi María Magdalena ha sido acusada de algo que no es, ahora se llevan también por acercarse a mi, a un lugar a dónde no la pueda ver. Mi querido Pedro me ha negado ya más de tres veces, y aun no ha cantado ni el gallo, aun no se ha arrepentido, espera que cante al alba, quizás cuándo yo me halla perdido ya en su olvido. Tomás está esperando que resucite para meter los dedos en mis llagas y creer que soy yo, que no es todo una mentira, que me he muerto, y ahora estoy viva. Y mi Juán, mi querido Juán, mi fiel hermano, el que jamás me ha abandonado, ese que siempre será la piedra de la Iglesia que jamás he edificado, ese aun no se ha lavado las manos, no se ha apartado de mi, no me ha besado en la mejilla traidora, tampoco negó de mi, no espera que resucite, sabe que jamás he muerto, no meterá dedos en mis llagas, querrá curarlas... Mi piedra, mi Iglesia nunca edificada, mi pequeña pluma en la escritura, mi fiel compañero... No me abandones nunca...

Dios ha dejado de hablar conmigo, ha renegado del amor que me tenía, dice que se está cansando, con sus celos y enojos espera que rápido abandone la tierra dónde ninguna profecía que digo es escuchada, dice que mis llantos nunca han servido para nada, jura que nadie me hará daño, si no diluviará... Temo por todos... Pues a todos amo, y pese a sus errores los sigo amando. No espero correspondencia en este amor que no pide nada a cambio, espero quizás olvido, pues yo jamás he sido Dios ni profeta de mentiras.

1 comentario:

Beelzenef dijo...

Se que por alguna razón que no conozco, San Pedro no dirá mi nombre...

Aspirando a papeles que nos quedan grandes.

Sentidísimo abrazo!