[...] Temprano levantó la muerte el vuelo
temprano madrugó la madrugada
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levantó una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sediente de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte. [...]
Miguel Hernandez.
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